ojos...

Ojos... existen ojos fríos como el acero, grises como una mañana nublada... ojos que despiertan admiración e incluso ira, otros ojos se pierden tras otros ojos, y otros solo se reflejan en nuestros pensamientos, hay ojos que atrapan como la miel, a otros ojos solo los observamos pero no los vemos, hay ojos que engañan y se esconden bajo su propia forma, hay ojos que brillan en cualquier momento del día y otros que sin embargo siempre parecen apagados. Ojos cansados de tanto vivir y otros tan necesitados de ser vistos... ojos preciosos y frescos como la hierba, ojos llenos de invencible fulgor, ojos misteriosos y frívolos como un día de navidad... tantos tipos de ojos pero ninguno como aquellos de calle Preciados... que quién era, no lo se tampoco me importa demasiado saberlo, solo conocí a sus ojos. Esos ojos me vieron y yo los vi, me llenaron de felicidad absoluta y vacía, solo era la felicidad de sus ojos... en sus ojos veía la inmensidad del mar y la finitud del tiempo, la perversión de sus bellas formas, la quietud del alba, la serenidad de una noche sin luna, la inocencia esquiva que tan bien sabía demostrar, su alegría tan natural como la vida misma, el ímpetu de la novena sinfonía, el arrojo del enamorado, la desesperación de la madre que ve a su hijo sufrir, el dolor de cualquier adiós pero mas aquel del amor, la esencia de una flor marchita, la libertad del fugitivo, la impertinencia de mi vida misma... con sus ojos desnudaba cada parte de su piel y de su interior con siquiera rozarla, con sus ojos me recordaba a mi mismo que hacía lo correcto, que debía seguir sintiendo, me llevaban a perseguirla hasta su rincón favorito quien sabe en cualquier parte de Madrid, sus ojos me hacían enloquecer hasta querer jurar pacto como Fausto, en sus ojos escondía las letras de mi libro favorito, y los acordes de la melodía jamás escrita... no me pidas que te enseñe mas de aquellos ojos porque tan solo pude ver eso.

-Deyanira…